It hurts.

Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura. Tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos. Si uno de estos pequeños granitos enferma, el resto del organismo enferma también. Pero yo siempre he creído que el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más cruel, más hondo… el más injusto.

martes, 29 de enero de 2013

Tú y yo.

Tú y yo. Imagínalo. Tú y yo. Cierra los ojos, ¿dónde estamos? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Ni lo sé contar. Ya sabes bien que yo no soy de números, soy más de odiarlos. Son demasiados motivos. Kilómetros, horas sin ti, minutos infinitos de dolor perpetuo cada vez que me has faltado. Pero ahora oye, tú y yo. Míranos. Tu mano y mi mano, mucho camino por recorrer. Oh por favor, cuantas ganas de ti, de tú y yo. ¿Me entiendes? Te abrazo cada noche antes de dormir sin que estés aquí. Pero tú y yo. ¿Cómo explicas algo así? O más bien, ¿es necesario explicarlo? Quiero llegar y que me mates a abrazos infinitos, que me comas a bocados, que me quemes con tu piel, que me arañes con un simple roce. Que me cures. Que quiero tú y yo. Dormir contigo y que, por fin, pueda despertar acurrucada a tu lado, enredada en tus brazos, o pegada a tu espalda. Con tu olor. Tú y yo. Mejor que nadie sabes de qué hablo. Ese: 'que te vengas ya a mi cama, que quiero dormir.' Que pueda hacerlo al instante sin problema, besarte en la espalda y que cierres los ojos hasta dormirte. Esperar, verte dormir. Y despertar. Y todo contigo. Todo tú y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario