It hurts.

Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura. Tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos. Si uno de estos pequeños granitos enferma, el resto del organismo enferma también. Pero yo siempre he creído que el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más cruel, más hondo… el más injusto.

lunes, 4 de marzo de 2013

Chica bonita:

Puede que sólo seas un nudo que aprieta fuerte mi garganta, atándome a ti. Puede que hasta seas mentira. Puede que no seas la expectativa de cualquiera pero eres lo que más se asemeja a lo que yo necesito. Como un puzzle: así somos. Como dos piezas totalmente diferentes aunque hechas para encajar. Es lo que me gusta creer. No creo en casualidades, por lo tanto, me gusta pensar que todo el camino que he trazado es lo que me ha llevado hasta ti, hasta esta montaña rusa de sentimientos que me creas con tan solo chasquear los dedos. Tal vez todo esto sea simple ambición. De ti, de tú y yo, de nosotras. Tal vez, pero y qué. No sabes cuantas veces, después de haber perseguido mil pensamientos por mi mente, giro la cabeza buscando encontrarte aquí a mi lado con tu risa. Tú, explicándome cualquier historia tonta para pasar un buen rato. Y que después te calles de golpe y te pongas seria, me acaricies la mano, te acerques un poco más y me comas a besos. Te lo aseguro, no sabes cuantas veces he esperado y deseado que en un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos, todo fuese de verdad.
No soy capaz de vernos como algo simple, o algo común. Realmente nunca había sentido algo igual y ahora todo me choca, es todo muy nuevo. Pero no quiero etiquetar, ni encasillarte en ningún lugar de mi cerebro (por no decir corazón). Porque me gustas así, tan libre dando vueltas por todos los rincones de lo que soy yo, que no es gran cosa, pero ojalá te parezca algo acogedor y desees quedarte hasta.. que el tiempo decida, o tú decidas.
Pero no lo cambio, ¿eh? No quiero cambiarlo. No quiero que se nos escape nada, absolutamente ningún detalle. Solo espero que entiendas que me gusta así, como hasta ahora, con lo que han sido tus idas y venidas y lo que me has hecho crecer, con cada minuto de mi vida que pierdo sin ti, con cada vez que tú estás si cierro los ojos. Me gusta así, tan inexplicable y tan complejo, y sencillo a la vez. Que por gustarme, me gusta hasta cuando dueles y, como ya he dicho en algún momento: tú, chica bonita, me gustas hasta cuando creas desastres.

lunes, 4 de febrero de 2013

Para mi color caca de ir deshecho de verdura favorito.


Me acuerdo cuando te vi por primera vez esa mañana, me acuerdo que sin ni siquiera conocernos estuvimos horas y horas hablando de todo, de tu vida, de la mía, de tus cosas y de las mías. Me acuerdo bien de que después de ese viernes volví a verte al lunes siguiente, seguíamos sin conocernos absolutamente de nada y aún así nos atrevimos a cualquier cosa. Que si hoy te acompaño a clase, que si te vengo a buscar, que si vienes tú, que si te veo más tarde. Y así a diario, así poco a poco has ido colándote aquí bien adentro. Dicen siempre que si una cosa termina tienes que permitir que eso pase porque hay algo nuevo que tiene que llegar, ¿sabes? Y tú, en ese momento, eras mi ese 'algo nuevo que tiene que llegar', por lo que cerré puertas y adelante con todo. No me olvido de la inseguridad que sentía los primeros meses cuando decíamos de quedar y no sabía muy bien cómo actuar, me faltaba confianza y me costó acostumbrarme. La verdad es que nunca había tenido a alguien a quién poder confiárselo todo y que a su misma vez estuviese a mi lado en sentido literal, una persona que pudiese darme todos esos abrazos que realmente llenan y tantas veces necesito. Nunca lo había tenido hasta que apareciste tú. Y durante todos estos meses se han ido cerrando etapas en mi vida que me han golpeado fuerte con el portazo, y tú has luchado fuerte para que tu puerta no se cerrase, y ahí sigues, aquí estás. No entiendo como después de... ¿cuántos? ¿diez meses? Eso, que después de diez meses sigas aquí totalmente a diario aguantando a alguien con este desequilibrio estúpido en la cabeza. Pero la verdad es que no estoy escribiéndote para preguntarte cómo te has montado eso de aguantarme ni nada por el estilo, estoy aquí para decirte que hasta que no tenga alzheimer no pienso olvidarme de ese posao' que me llevabas ese nueve de marzo a las ocho y media de la mañana ahí apoyadita en el palo ese de la parada del bus de delante del Esclat (que por cierto, creo que fue en ese momento que me enamoré de ti. Y sé que esto sólo tú vas a entenderlo, de ahí que esté entre paréntesis), no pienso olvidarme de esa mañana cuando intentabas hacerme gritar pene pene peneeee peeeneee por la calle con toda mi vergüenza, y tampoco de cuando subí a tu casa y escribí en tu pared ese 'MissMiserias es tuerta' porque no conseguí escribirlo recto. Igual que tampoco olvidaré cada momento que he pasado en esa habitación contigo, ya sea haciendo el tonto, grabando para las Chichis, cambiándonos la ropa con simples "déjame esta sudadera y ponte esa mía", o "¡Uy! pues te robo estos pantalones", bebiendo o haciendo otras mil cosas que no creo que haga falta mencionar. Tampoco voy a olvidarme de la primera noche que me quedé a dormir contigo, y mucho menos de la segunda y nuestra épica borrachera. De esa sí que no me olvido ni aunque me arranquen el cerebro. Recordaré también cada festival que nos hemos pegado, sumándole cada despertar con la resaca del quince. ¿Cuántas estupideces habremos hecho durante estos diez meses, eh? Que si conejitos rechonchos, que si el reto del pan de molde, que si bailar en medio del salón el jodido Gangnam Style, que si ahora el sing star, que si nos escapamos muy lejos durante poco más de veinticuatro horas como regalo de cumpleaños, que si de repente jugando con Gin en el pasillo y riéndonos de lo empanada que es, que si ahora te tiño el pelo, que si después me tiño la pierna y hago una matanza... Y así podría decirte millones de cosas más que están en mi cabeza y no pienso permitir que se escapen de aquí. Y las piruletas azules, ¿qué? He perdido la cuenta de las que te debo, pero algún día llenaré nuestra casa de ellas para compensarte, y sino tiempo al tiempo. Otro día que tampoco voy a olvidar va a ser ese 22 de junio, todo lo que tenga que ver con eso ya lo sabes así que no diré más. El día que te regalé a 3G. Cuando nos fuimos a la playa. La primera vez que fuimos al castillo. El maldito día que salí del armario. Las noches que pasamos en vela este verano hablando por whatsapp para no tener que poner el despertador y saber del cierto que ninguna de las dos se quedaría dormida para poder vernos a primera hora. La primera vez que te vi llorar. Las varias veces que has aguantado mis llantos repentinos que casi siempre han salido de la nada y te ha tocado aguantarlos a ti. Cada vez que te sales de mi cuenta de Instagram para meterte en la tuya. Mi galería llena de fotos tuyas. Mis "joder, no sé qué iba a decirte" y tus "pues que me amas" y mis "sí, pero no era eso ahora" y ahí se acaba el tema y nunca acabo diciéndote lo que iba a decirte en un principio. Cada detalle y cada sonrisa, cada charla que me has pegado y también cada momento de risas (y no son pocos. Menudas tontas.) Y, sobretodo, cada "hasta mañana, amor."
Nada, Laura, que no pienso olvidar ni la más mínima cosa y obviamente es algo que ya sabes. Igual que sabes lo importanNONONO, lo jodidamente imprescindible que eres en mi vida, porque eres mi sonrisa diaria, esa que si un día me pierdo ya nada es lo mismo. No necesito decirte que te quiero para siempre en mi vida porque sé que va a ser así, y tampoco creo que necesites escuchar de mi parte que voy a estar a tu lado sea la hora que sea y haga el tiempo que haga porque es algo que según mi punto de vista ahora mismo, sobra. 
Cada momento cuenta y los nuestros hasta hablan por sí solos.
Aunque bueno, una cosa sí quiero recordarte: que eres mi persona favorita del mundo. Y que te quiero. Ah, y una frase que escuché en mi película favorita, y no puedo evitar pensar en ti cada vez que la escucho porque me pasa exactamente eso: "cuando estoy contigo me siento como en casa" Quiero decir, puedo estar totalmente perdida, aquí o en la China, que una vez te haya visto ahí me habré encontrado. 

Por último, y ya dejo de escribir porque sino esto se convierte en libro y no lo veo yo muy factible:


Gracias por existir, Laura.

martes, 29 de enero de 2013

Tú y yo.

Tú y yo. Imagínalo. Tú y yo. Cierra los ojos, ¿dónde estamos? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Ni lo sé contar. Ya sabes bien que yo no soy de números, soy más de odiarlos. Son demasiados motivos. Kilómetros, horas sin ti, minutos infinitos de dolor perpetuo cada vez que me has faltado. Pero ahora oye, tú y yo. Míranos. Tu mano y mi mano, mucho camino por recorrer. Oh por favor, cuantas ganas de ti, de tú y yo. ¿Me entiendes? Te abrazo cada noche antes de dormir sin que estés aquí. Pero tú y yo. ¿Cómo explicas algo así? O más bien, ¿es necesario explicarlo? Quiero llegar y que me mates a abrazos infinitos, que me comas a bocados, que me quemes con tu piel, que me arañes con un simple roce. Que me cures. Que quiero tú y yo. Dormir contigo y que, por fin, pueda despertar acurrucada a tu lado, enredada en tus brazos, o pegada a tu espalda. Con tu olor. Tú y yo. Mejor que nadie sabes de qué hablo. Ese: 'que te vengas ya a mi cama, que quiero dormir.' Que pueda hacerlo al instante sin problema, besarte en la espalda y que cierres los ojos hasta dormirte. Esperar, verte dormir. Y despertar. Y todo contigo. Todo tú y yo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Sabes? Hablo de. Te describo que.

¿Sabes lo que duele un simple corte con una hoja de papel? ¿Sabes lo que duele una uña al separarse de su correspondiente dedo? ¿Sabes lo que duele cuando andas descalza por casa y tu dedo pequeño golpea fuerte la maldita pata de la cama? ¿Sabes todo este tipo de cosas pequeñas e insignificantes que nunca se tienen en cuenta pero de repente las sientes en tu piel y piensas: 'joder, no hay nada que duela más que esto'? Hablo de dolor físico, dolor que de la misma manera que lo he sufrido yo, sé que tú también has podido sufrirlo, como todo el mundo. Cosas inapreciables, pequeñas, incluso graciosas. Cualquiera que te vea llorar por golpearte en el codo con una puerta inevitablemente va a reírse, y tú te vas a sentir la persona más desgraciada del mundo.
Y de esto hablo, de esto quiero hablar, pero desde el otro lado, desde ese lado que nadie conoce, desde ese dolor que a lo mejor nadie ha sufrido de la misma manera. Hablo de querer algo desde un punto de vista que casi roza lo imposible, hablo de que te tomen por loca por querer formar parte de algo que la mayor parte de la gente que te rodea no entiende... o no quiere entender, hablo de que no quieran ver que el motivo de tus despertares es algo bastante fuera de lo común, hablo de que no te permitan cumplir tu sueño porque les parezca la estupidez más grande del mundo, hablo de cómo una vida se puede hundir con un simple 'no vas a estar ahí'. Hablo de todo esto que nadie sabe, de todo esto que me he callado cada uno de mis días desde que escuché esas palabras por primera vez. Hablo de toda esa gente que prometieron dejarse la piel por ayudarte a salir adelante y que antes de lo esperado echaron a correr en dirección contraria por miedo a caer también.
Después de muchos intentos por hablar de esto, después de muchos intentos de encontrar las palabras adecuadas creo que ahora mismo podría describir con total detalle aquél miserable día de abril de un año que ni quiero recordar. Podría describir cada sensación, cada insignificante instante en el que creía que el dolor iba a perforarme el pecho, cada ataque de ansiedad que casi se unía con el anterior, cada llamada o cada mensaje de mi mejor amiga para saber si aún seguía bien, cada minuto que pasaba mientras yo deseaba desaparecer, mientras deseaba que todo eso acabara de una vez por todas, mientras mi cabeza daba vueltas y vueltas buscando un final que a día de hoy aún no ha llegado. Podría describir mil  cosas que me han hecho cambiar, que no me han dejado volver a ser la misma persona. Podría hacerlo pero no es el momento todavía, ni siquiera estoy preparada después de tantos intentos por hacerlo.
Pero sin embargo hablo de esto. Hablo de la primera vez que noté algo dentro de mí romperse en mil pedazos. Esa sensación, cuando todo se paralizó mientras podía notar en cada rincón de mi cuerpo mil astillas invisibles atravesándome sin piedad, hablo de mi pecho desgarrándose mientras se formaba un pequeño agujero negro que iba tragándose mis órganos vitales lenta y dolorosamente. Hablo de todos los problemas que este motivo ha desencadenado, y hablo de todo lo que me ha cambiado.
Desde entonces soy dos personas distintas, desde entonces nadie sabe bien quién soy. Desde entonces llego a casa y me encierro en la habitación, allí es dónde me desgarro, dónde me hago pedazos cada noche intentando saber qué es exactamente lo que hice mal, pasan las horas, sale el sol, salgo a la calle y en ese momento soy otra. Alegría, sonrisas, carcajadas por allá dónde paso. Así no hay que dar explicaciones, así es mi secreto, así nadie sabe por dónde atacarme excepto unos pocos que sé bien que no lo harán. Y aquí estoy. Mírame, ¿me ves? Me abro en canal para contarte que soy la persona más desgraciada que te puedas cruzar en la vida pero siempre estaré dispuesta a sacarte una sonrisa porque sé a la perfección que nunca serás capaz de hacerme romper a llorar cómo lo hice y lo sigo haciendo al despedazarme cuando tengo oportunidad.

Y ahora que lo he soltado todo júzgame, adelante. 

martes, 4 de diciembre de 2012

.

Ojalá supiera por dónde te mueves ahora. Ojalá mi móvil vibrando cada tres minutos de reloj por un sms tuyo como cuando no podíamos pasar ni dos horas sin saber la una de la otra. Ojalá esas conversaciones estúpidas a diario. Ojalá ese timbre del teléfono cada un par de días sabiendo del cierto que tras descolgar tu voz estaría ahí después de que yo dijera: '¿Sí?' y tú contestaras: '¿No?' e instantes después soltaras una risita de esas tan tuyas. Ojalá nuestros planes estúpidos que nunca podríamos llevar a cabo. Ojalá nuestras ilusiones, nuestros: 'te echo de menos, tengo ganas de verte' sin habernos visto nunca siquiera. Ojalá no hubiera olvidado el tono de tu voz ni el puto matiz de tu risa. Ojalá tú diciéndome: 'no te rías de mí, que hoy tengo voz de Manolo' cada puta vez que te llamaba a pesar de que tú me dijeras que no lo hiciera porque estabas afónica. Ojalá pudiera seguir diciéndole al mundo que no se empeñen en buscar a la amiga perfecta porque la tengo yo. Ahora ya no estás. Ya hace tiempo que se acabó eso de que yo fuera la primera persona en la que pensabas cuando necesitabas que te escucharan, ya hace tiempo que dejé de recibir mensajes tuyos a cualquier hora del día con la más mínima tontería que lograba sacarme una sonrisa cuando nadie más se dignaba ni a intentarlo. Ya hace tiempo que nuestros caminos se separaron. Igual que también ya hace tiempo que dejé de creer en que los milagros pueden hacer mella en alguien eternamente. Ahora soy consciente de que las cosas se rompen pero sigo creyendo que se pueden arreglar. Y ojalá, ¿sabes? Ojalá.