Me acuerdo cuando te vi por
primera vez esa mañana, me acuerdo que sin ni siquiera conocernos estuvimos
horas y horas hablando de todo, de tu vida, de la mía, de tus cosas y de las
mías. Me acuerdo bien de que después de ese viernes volví a verte al lunes
siguiente, seguíamos sin conocernos absolutamente de nada y aún así nos
atrevimos a cualquier cosa. Que si hoy te acompaño a clase, que si te vengo a
buscar, que si vienes tú, que si te veo más tarde. Y así a diario, así poco a
poco has ido colándote aquí bien adentro. Dicen siempre que si una cosa termina
tienes que permitir que eso pase porque hay algo nuevo que tiene que llegar,
¿sabes? Y tú, en ese momento, eras mi ese 'algo nuevo que tiene que llegar',
por lo que cerré puertas y adelante con todo. No me olvido de la inseguridad
que sentía los primeros meses cuando decíamos de quedar y no sabía muy bien
cómo actuar, me faltaba confianza y me costó acostumbrarme. La verdad es que nunca
había tenido a alguien a quién poder confiárselo todo y que a su misma vez
estuviese a mi lado en sentido literal, una persona que pudiese darme todos
esos abrazos que realmente llenan y tantas veces necesito. Nunca lo había
tenido hasta que apareciste tú. Y durante todos estos meses se han ido cerrando
etapas en mi vida que me han golpeado fuerte con el portazo, y tú has luchado
fuerte para que tu puerta no se cerrase, y ahí sigues, aquí estás. No entiendo
como después de... ¿cuántos? ¿diez meses? Eso, que después de diez meses sigas
aquí totalmente a diario aguantando a alguien con este desequilibrio estúpido
en la cabeza. Pero la verdad es que no estoy escribiéndote para preguntarte
cómo te has montado eso de aguantarme ni nada por el estilo, estoy aquí para
decirte que hasta que no tenga alzheimer no pienso olvidarme de ese posao' que
me llevabas ese nueve de marzo a las ocho y media de la mañana ahí apoyadita en
el palo ese de la parada del bus de delante del Esclat (que por cierto, creo
que fue en ese momento que me enamoré de ti. Y sé que esto sólo tú vas a
entenderlo, de ahí que esté entre paréntesis), no pienso olvidarme de esa
mañana cuando intentabas hacerme gritar pene pene peneeee peeeneee por la calle
con toda mi vergüenza, y tampoco de cuando subí a tu casa y escribí en tu pared
ese 'MissMiserias es tuerta' porque no conseguí escribirlo recto. Igual que
tampoco olvidaré cada momento que he pasado en esa habitación contigo, ya sea
haciendo el tonto, grabando para las Chichis, cambiándonos la ropa con simples
"déjame esta sudadera y ponte esa mía", o "¡Uy! pues te robo
estos pantalones", bebiendo o haciendo otras mil cosas que no creo que
haga falta mencionar. Tampoco voy a olvidarme de la primera noche que me quedé
a dormir contigo, y mucho menos de la segunda y nuestra épica borrachera. De
esa sí que no me olvido ni aunque me arranquen el cerebro. Recordaré también
cada festival que nos hemos pegado, sumándole cada despertar con la resaca del
quince. ¿Cuántas estupideces habremos hecho durante estos diez meses, eh? Que
si conejitos rechonchos, que si el reto del pan de molde, que si bailar en
medio del salón el jodido Gangnam Style, que si ahora el sing star, que si nos
escapamos muy lejos durante poco más de veinticuatro horas como regalo de
cumpleaños, que si de repente jugando con Gin en el pasillo y riéndonos de lo
empanada que es, que si ahora te tiño el pelo, que si después me tiño la pierna
y hago una matanza... Y así podría decirte millones de cosas más que están en
mi cabeza y no pienso permitir que se escapen de aquí. Y las piruletas azules,
¿qué? He perdido la cuenta de las que te debo, pero algún día llenaré nuestra
casa de ellas para compensarte, y sino tiempo al tiempo. Otro día que tampoco
voy a olvidar va a ser ese 22 de junio, todo lo que tenga que ver con eso ya lo
sabes así que no diré más. El día que te regalé a 3G. Cuando nos fuimos a la
playa. La primera vez que fuimos al castillo. El maldito día que salí del
armario. Las noches que pasamos en vela este verano hablando por whatsapp para
no tener que poner el despertador y saber del cierto que ninguna de las dos se
quedaría dormida para poder vernos a primera hora. La primera vez que te vi
llorar. Las varias veces que has aguantado mis llantos repentinos que casi
siempre han salido de la nada y te ha tocado aguantarlos a ti. Cada vez que te sales de mi cuenta de Instagram para meterte en la tuya. Mi galería llena de fotos tuyas. Mis "joder, no sé qué iba a decirte" y tus "pues que me amas" y mis "sí, pero no era eso ahora" y ahí se acaba el tema y nunca acabo diciéndote lo que iba a decirte en un principio. Cada detalle y
cada sonrisa, cada charla que me has pegado y también cada momento de risas (y
no son pocos. Menudas tontas.) Y, sobretodo, cada "hasta mañana,
amor."
Nada, Laura, que no pienso
olvidar ni la más mínima cosa y obviamente es algo que ya sabes. Igual que
sabes lo importanNONONO, lo jodidamente imprescindible que eres en mi vida, porque
eres mi sonrisa diaria, esa que si un día me pierdo ya nada es lo mismo. No
necesito decirte que te quiero para siempre en mi vida porque sé que va a ser
así, y tampoco creo que necesites escuchar de mi parte que voy a estar a tu
lado sea la hora que sea y haga el tiempo que haga porque es algo que según mi punto de vista ahora mismo, sobra.
Cada momento cuenta y los
nuestros hasta hablan por sí solos.
Aunque bueno, una cosa sí quiero
recordarte: que eres mi persona favorita del mundo. Y que te quiero. Ah, y una frase que escuché en mi película favorita, y no puedo evitar pensar en ti cada vez que la escucho porque me pasa exactamente eso: "cuando estoy contigo me siento como en casa" Quiero decir, puedo estar totalmente perdida, aquí o en la China, que una vez te haya visto ahí me habré encontrado.
Por último, y ya dejo de escribir
porque sino esto se convierte en libro y no lo veo yo muy factible:
Gracias por existir, Laura.